viernes, 4 de abril de 2014

Desbócate,  
excédeme, 
hasta sentir 
en el paladar el horizonte. 

Desnuda tus sentidos y 
los míos. 

Mi piel es un unicornio de agua 
como tu voz 
es la piel de un elefante. 

Me susurras que las pieles 
son sonoridad e imágenes, 
imposibles estructuras 
en la cartografía de las letras. 

Si te miro,  veo un valle con cabellos 
crecidos en tierra,  
mecidos por el viento. 
Tú ves dos lagos  
con fondo de arcilla parda 
agitándose en constantes ondas, 
bajo un cielo que amenaza lluvia. 

Si nos besamos 
todas las constelaciones se alborotan 
haciéndose una, 
y vienen a jugar con tus labios y los míos 
hasta que el sol envidioso 
nos incendia las lenguas. 





Nená de la Torriente