en
su semilla húmeda
ni
destapa la curiosidad
de su transparencia.
No
le recorre el arañuelo
ni
es mordido por el aguijón
de
la avispa
en
su ansiar de aromas verdes.
Llévame
contigo
hasta
la misma esencia
de
lo que fuiste,
de
lo que ahora eres,
que tengo
que aprender
muchas, muchas cosas.
No
está en ti el fuego
aunque
todos le piensen
al
verte,
ni
el hogar,
ni
la propia muerte.
Preside
en tu amarronada
miscelánea
lo que ha de ser
sin
ser de tierra,
y
enséñame a ser antesala
del
aroma intenso,
y de
la roja llama,
del
recuerdo más amable
de
una infancia,
sin que llegue a serlo todavía.
Nená de la Torriente