A
veces mudo mi experiencia
por
derrotas
y
pinto de violeta el amarillo,
desordeno
las habitaciones principales
como
si fueran trasteros guarda todo,
lamo
los platos y me peino con los tenedores,
me
asombra un lápiz tanto como a un niño
y
mastico el grafito hasta pintarme la lengua.
A
veces, sencillamente todo lo descoloco,
porque
la vida es aburrida de tan seria
y
no sé explicarle a mis ojos que puedo ver
sin
permiso lo que está más allá de las paredes,
y
que lo que está más acá me importa un rábano.
A
veces no delego mi felicidad en nada de este mundo,
y
las esperas no existen,
los
síes y los noes se deslizan por los tendales
junto
a las mismas pinzas
donde alguien quiso colocarlos.
El
dinero es una cuesta de humo y yo voy en patinete
de
espaldas, empujada por un mono.
La
vida es ese circo ambulante
que
dejó de oler a tigre para oler sólo a ilusión.
Nená de la Torriente