sábado, 26 de julio de 2014

Demasiado tarde 
para contar ovejas 
en esta noche tan larga… 

Temo de mí esa Otra desconocida 
que me respira a oleadas en un parto 
sin útero,
y sabe caminar en un vacío 
habitado por el eco. 

Esa que le dice espera al amor 
y piensa que no se irá el amigo, 
y sigue sorprendiéndose. 

Temo de mí 
la que sabe que un día 
es mucho más que un día, 
y con él se pierde un cucharón 
de cosmos.

La que al besar pierde el conocimiento 
un segundo, dos segundos, tres ... 

Temo que en algún momento 
se precipite por algún barranco sin mí, 
sin previo aviso, 
sin más preámbulo 
que este desafío constante 
de superar la decepción en cadena 
de tanto hecho que parece insólito.  

Temo de mí esa garra vital 
que amenaza a la vida 
y la dice ‘oye tú vas muy lenta’, 
o ‘¿dime quién ha podido diseñarte  
tan absurda?’ 

Temo esa Otra que me vive a bocados 
y me discute casi todo lo que pienso, 
que a veces quiere vivir como una ermitaña 
y otras como una artesana de las marionetas. 

Esa que colgaría de los pies a los que firman 
el inicio de todas las guerras, 
incapaces de ver las cosas 
esenciales y sencillas 
que todos necesitamos sin dispensa. 

Pero sospecho que cualquier día, 
me la exterminan sin más con uno de esos 
sprays mata moscas…



Nená de la Torriente