jueves, 17 de julio de 2014


Nadie se escapa a esa suerte de preguntas 
que caben en una caja, 
y mantienen el peso de un montón de piedras. 

Unos las acarician una a una, 
como el dado que girarán entre sus dedos 
y que con mimo lanzarán una y otra vez 
hasta que les guste la respuesta. 

Otros,  apenas sí moverán los cantos,  y
tomarán distancia por si al mirarlos 
en su conjunto descubren 
la madre de todas las cuestiones, 
el principio necesario de dónde partieron. 

Pero la gran mayoría sólo verá una caja 
llena de guijarros, 
y se hará la pregunta: 
¿Para qué sirve preguntarse qué es esto? 
¿Y para qué cuestionarse qué es 
cualquier cosa?

Cuestionándose con ello 
una arqueta de rocas mucho más esquinadas. 




Nená de la Torriente