lunes, 7 de julio de 2014


Esta loca referencia de mí misma 
en la incertidumbre 
se gestiona a veces con saldos 
de aguda tristeza,  aunque arranco 
canas a la pena y termina siendo 
un ánimo convulso 
que no sabe dónde pararse a reinar 
por un día, 
ni en qué lecho no dormir por una 
noche. 
Seguimos siendo prisioneros 
por unas horas,  o unos días 
los que nos hicimos libres 
a golpe de chaparrón y maletas, 
porque el rostro más amargo de la libertad 
es nuestra propia cara, 
cuando anodina no sabe guiñarse 
en el espejo. 
No puedo decirte que te siga 
a ojos ciegos 
a ti que no tomaste aún ninguna ruta, 
porque eres tan preso como yo en esos días 
en que hablas el lenguaje del escarabajo, 
girando siempre sobre el mismo tarquín. 




Nená  de la Torriente