Esta
loca referencia de mí misma
en
la incertidumbre
se
gestiona a veces con saldos
de
aguda tristeza, aunque arranco
canas
a la pena y termina siendo
un
ánimo convulso
que
no sabe dónde pararse a reinar
por
un día,
ni
en qué lecho no dormir por una
noche.
Seguimos
siendo prisioneros
por
unas horas, o unos días
los
que nos hicimos libres
a
golpe de chaparrón y maletas,
porque
el rostro más amargo de la libertad
es
nuestra propia cara,
cuando
anodina no sabe guiñarse
en
el espejo.
No
puedo decirte que te siga
a ojos ciegos
a
ti que no tomaste aún ninguna ruta,
porque
eres tan preso como yo en esos días
en que hablas el lenguaje del escarabajo,
girando
siempre sobre el mismo tarquín.
Nená de la Torriente