lilas
intensas que quieren
pronunciar
un nombre.
Agito
mi cabello que más
que
una selva es una mata
de
moras nuevas.
Busco
las blancas en tus sienes
bellas,
en
el fondo de tus ojos,
en
alguna arruga terca
que
no quiere abandonarte
nunca.
Aléjala
tú y cesa en su recuerdo,
deja
que los muertos descansen.
Hace
años que la vida te golpea
con
insistencia, y
tú
no abres la puerta,
saltas
por la ventana como un felino
y
juegas a creer que revientas
las
cerraduras,
pero
vives escondido dentro
de
una vieja maleta de rabia
y
música,
de
antiguos cánticos.
Nená de la Torriente