Cuánto
se debe la mano derecha
a la izquierda.
La porción que se
concedan
sin romper la
porcelana -me contestas-
Tal vez por eso
nunca tuve porcelana
y no me gustan los
armarios llenos
de vasijas, ni los
estantes llenos de
maravillas de
bohemia,
ni las muñecas de
Lladró.
Ese afán de
acumular cosas
para ocupar
espacios,
sólo vacía rincones
con los verdaderos
recuerdos de los instantes.
Miro mis paredes
lisas
y veo campos de trigo crecidos,
avenidas
llenas de gente,
besos que nunca di
y otros que me robaron,
y en las noches, hasta
el cielo baja
a posarse con todas sus lunas.
Nená de la Torriente