martes, 22 de julio de 2014

PensaYuncuerno

Tanta intimidad a muchos les debe resultar un exantema
en el culo, o un solo grano molesto en otra parte no menos gravosa.
Que ir de oca en oca contando tus cuitas, cuando no tus ganas sean de la tintura que sean, a más de uno inflama,
irrita, mortifica, agobia, aburre, hastía, enoja, fastidia, apura y a menudo intimida.
Y pensando lo que alivia airear las mantas en agosto -para las mantas, y para el asma en los meses que convivirán con ellas-, me abruma la idea, tal vez mohína, de que en este mundo de “ya nada es tuyo si existe Hacienda”
¿cómo no va a alegrarse uno de bailar con los pies desnudos?
¿Poder decir te amo, te desamo, deseo tu carne en mi carne, mi noche en tu madrugada, mi nombre en el redondel de tu boca a cada instante, y dejar sin resuello al alma, magullada por infinitud de preguntas? 

¡Bendita intimidad vertida en la zafra de los versos!



Nená de la Torriente