miércoles, 16 de julio de 2014


Cuántas primaveras arañadas 
de otoño para que llegue un verano 
cegador a revolverlo todo. 

Siempre he creído porque había otro 
que necesitaba mucho más que creyera, 

¿para qué prevenir con sospechas? 

Justificado siempre porque 
la necesidad de aquel 
era mayor que lo que yo ponía 
en juego 

-No hacía favor a nadie- 

No hay juegos y no soy la Santa 
de ningún desamparado 
en un acto de amor sin juicio 

-con todo siempre se han amado 
mucho más a sí mismos- 

Soy sólo un ser humano pequeño 
que vida a vida 

-por cada día, 
lejos de lecturas 
de posibles encarnaciones-, 

ha ido tras la absurda búsqueda 
de hallar un sitio privativo,  íntimo, 
propio, 

sin darse cuenta 
de que ya lo estaba ocupando. 




Nená de la Torriente