martes, 15 de julio de 2014


Se ha detenido, 
ya no recorre los puentes verdes 
hundiéndolos en el rocío 
ni recoge los aromas de humedad 
en el pelo con que cubrir su desnudez. 
¿Dónde han estado los años que 
no se cuentan con los dedos? 
¿Dónde la sensatez que le hacía zafarse 
de las palabras ambiguas? 
Ahora se corta el pelo y apenas 
se pinta con carmín. 
Tiene que ser padre y madre 
de los que lloran. 
No por anciana, 
ni por mujer de poco atractivo, 
por la simple percepción de su latido 
en el mundo. 





Nená de la Torriente