Yanta de mí
de esta esquina virgen
que busca un nombre.
Voy a darte motivos
para que cojas
tu caja de útiles,
para que rebusques
en tu arqueta de lápices
o entre todas las fichas
de tu imprenta.
Quiero que concibas en mí,
que hagas de mi piel tu casa,
que después de amarme
aceptes la lumbre y la fragua
entre el dulce pezón y el ombligo.
Y trences con mis piernas
el largo invierno
que padecerán las tuyas,
y que sude el anafe
cuando suenen las doce,
para que se renueve la risa, y
ese ‘todo un todo’ opulento.
Nená
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