Admito haberte perdido
en estas apremiadas sienes,
entre mis dedos aclimatados
al abandono.
Dame una mano
para que te escriba,
te daré el océano
de mi pupila,
y mirarás el mundo
como yo lo veo.
Te acosarán Mariposas.
Grandes colinas con alas,
murmullo de mi cabeza.
El avellano
y el laurel atrapados,
la sana raíz de los tubérculos
a orillas del riachuelo.
Lo cubren todo,
planeando con soberbia
confunden hasta el aire
de la tina,
tan endiablado.
Mariposas.
Mariposas.
Mariposas.
Nená
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