Llego como el mimbre
que no se dobla con la brisa,
atada a una voz arcaica
¿Tú la escuchas?
No sé dónde quedaron
mis modales de poeta.
Hoy miro con ojos ciegos
las luces de astros vanos
y soy un ser opaco
ante tanta voz ridícula.
No voy a mentirte,
ha nevado cuando yo quería
que se enarbolaran las flores,
y la tierra me ha negado
cuando he sangrado sus piedras.
Llego como las cosas no dichas,
armada de verbos densos
por no querer extraviarme,
ni escribir cavidades,
ni mentiras desnudas.
¿Me perdonarán algún día?
Nená
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