Se abrió el mar para él,
la carne hecha acequia.
Esta es su piel, mírale,
más allá del amor
está la simiente,
el peso del aire seco.
Adivino que te quedarás
al otro lado del siglo.
Harás eso,
nunca fuiste valiente.
No vas a esperarle,
el sonido del vacío te asusta.
Prefieres el secreto del mar
-la herida rasa-
y jugar a dormir durmiendo.
Y no saber más de ti
y no jugártela a un verso.
Nená
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