LIÉRGANES
Volvamos a Liérganes,
a morir con el vagón
del último minuto;
a ser razón y voz antigua,
herencia y trazo.
Me verás andar en el andén
y dibujar corazones con los pies
como antes;
vuelve conmigo, que
la encina lleva arañado tu
nombre sobre el mío
mucho tiempo,
y yo quiero arañar tu piel,
como el eco del tren desgarra
a la montaña,
y ésta le suplica:
quédate,
quédate.
Nená
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