Qué
adentro se cuelan los días
cuando
la luna no es perezosa.
Ésta
tan próxima nos hace veleros
sin
armar
con
velas de dudosa textura.
Somos
de mar como sus mareas
y
el contoneo fauno de su oleaje,
animales
marinos con añoranza
por
tomar tierra.
Esta
luna tan grande nos toma el pulso,
nos
derriba,
nos
seduce,
hace
de huesos y músculos una miscelánea.
¿Qué
somos más que lo que ella nos condiciona?
Un
par de alas rotas
que
se pasan la vida remendándose,
pájaros
huidizos, y a veces,
enormes fauces de león.
Nená de la Torriente