Tengo que deciros
que sois unas cobardes,
sois unos
cobardes,
no os exponéis
nunca a desnudaros de veras.
Maldigo la pluma
que busca atajos
donde no halla a
la lengua,
y enmudece como si
la tierra atrapara
las caderas y el
ombligo más lenguaraz.
Os digo y me
prendo en llamas
que la vida no
tiene misericordia
con el pusilánime,
ni respeta al
animal que se detiene
y se recrea en el
artificio.
Nená de la Torriente