jueves, 4 de septiembre de 2014

Bajemos al mar


Tenme en lo caduco 
y en lo que está por dejar de estar. 
Si supieras de este temblor 
debajo de la lengua 
que derrumba mi barbilla 
al respirarte cerca, 
me sujetarías por miedo 
al desvanecimiento. 

Los siglos se van quedando 
en los escalones de los años, 
así tu mimo en mis rizos 
ha dejado leyendas 
con un lenguaje único. 

Rey de reyes
sin reino conocido, 
dominas todo cuanto tocas 
y es de ti y hacia ti 
a donde me dirijo. 
Larga es tu presencia 
en todo lo que el mundo llama al vacío, 
has venido a mostrarte ahora 
cuando mi vida es negación y renuncia 
a la plegaria. 

No puedo escribir sin más 
de qué manera te has constituido, 
ni si llevas éstos o aquellos fonemas. 
Son mis manos torpes en tu mundo 
tan extraordinariamente aventajado, 
y tan distinto a todo lo que he conocido.

De este aquí hasta ese dónde 
han nacido miles de hojas, 
no voy a hacer preguntas 
a una naturaleza fiera 
ni a derribar puentes 
que nos comuniquen 
en silencio. 

Sin excepción todo está 
de la mano, tan próximo 
como tu labio de mi lengua, 
que no teniéndose se están besando 
en cualquier esquina, 
en cualquier acera, 
a la espera de que se pongan en verde 
los semáforos en ámbar. 

Empecemos tú y yo a ser ola 
para entender la ola en el resto, 
y así extender el océano más allá 
del océano. 
Veremos conchas marinas 
con sonido de mar en su centro

¡Ay amor! 
No me dejes ahora ser golondrina. 




Nená de la Torriente