se anudan las
lazadas,
el aire se
contiene acariciando las comisuras
¿Dónde estabas?
(Pregunta el que te
besa
sin ninguna
palabra articulada)
Dentro del beso
vive el exceso
emancipado y libre
con un jaque constante
a la reina,
cada vez más
poderoso
en su acoso de
lenguas,
cada vez más arrebatado.
Se van los ojos,
se va el
veredicto, la sensatez,
la prudencia,
emigran los
vientos en sus recitales
de auxilio
a otras banderas.
Labio a labio se
construye el puente,
la bisectriz perfecta,
el lago donde
jugamos a nadar
apartados de la
ropa.
Dime alma mía ¿tú
te
quedas?
Porque ya no sé si
me pertenezco
o soy rehén pignorado de otro
en este
l
a
r
g
o
beso
graneado
de
dos
bocas.
Nená de la Torriente