Me
acerco a ti
como
tormenta de media tarde
tan
atropelladamente que
deshago
los puentes.
Me justifico amor
diciéndote
que soy sólo agua,
gotas
que han querido viajar juntas
para conminarse en tu regato.
Rompo mi sexo en ti sin dolerte
con
la violencia de lo indomable,
el
paroxismo sin resistencia
que
provoca el temblor de la lenguas
si
andamos cerca
y el vadeo de tu pulso y el mío
sin saciarnos.
Si
preguntan por mí los días
diles
que nunca he estado de paso,
que
permanezco sin origen
y
sin posibilidad de marcha,
que
soy emergencia sin azar
para
todas tus fatigas
y
que vivo naciendo en ti
como
un rebrote que no conoce
la
quietud.
Nená de la Torriente