ni de cabeceos
incesantes contra la pared.
Lo pequeño se
brinda de sí mismo,
se recoge en su
propio lenguaje y
nos hace burla.
Lo pequeño nos
enseña
(a menudo tarde)
una realidad sutil
y maravillosa
que es diana y
referencia
de las cosas de otra magnitud.
Somos previsibles
y tiramos andanadas
a todo
lo que supone un
bulto aparente,
lo retenemos en la
caricia,
pero no en la
pupila,
en la pupila no.
Lo pequeño nos
suele mostrar
el motivo y la
disciplina
para escudriñar
con
otra intención
a la propia vida.
Nená de la Torriente