A donde nunca se
fueron
iremos
arrogantemente,
que somos osados
para atravesar
los espacios,
y no nos
arrebolamos
en esta o en esa primavera.
Dame la mano y no
hagas preguntas,
no esperes,
no desandes ni
claudiques.
Tómame de la
cintura y camina,
que las cosas
buenas han de llegar
para quedarse,
no para verlas
huir medrosamente.
No es cosa de dos, ni de uno,
es cosa de sangre,
de precipitarse
sin alarido
y respirar hondo.
Vivir es
concedernos,
habitarnos,
instarnos a ser en continuo movimiento.
Dudar, indefectiblemente,
nos ahoga
el alma y la muda en frágil.
Nená de la Torriente