No te vayas nunca.
quédate con tus
ojos presos
en estos y otros desatinos
mimándome mucho.
Déjame ser tu
peregrina y
abarrotar mis
lágrimas
con la blonda
arena del desierto.
Sécame el dolor
con tu preciso
lenguaje,
calma el doblez de
mis delirios
tan
invertebradas e inútiles.
No te vayas nunca,
hazme fuerte,
aligera mi cruz
con la tuya
y evadámosnos como
si la vida
fuera lo que adivinamos:
Una narración
corta.
Nená de la Torriente