No
me vendáis soldaditos de plomo
ahora
que es malo para la salud,
ni
batallitas de otras épocas que
no
miren los desgarros de ésta.
Soy
una principiante,
siempre
soy nueva e inexperta,
me
adelantan todos con sus caballos
alocados e imaginarios.
No
quiero venderos platas
ni
poesías a medias,
ni
siquiera líneas de tinta
que
constituyan renglones.
Yo
soy un yo divagante, incompleto,
que
añora las hortensias
por
sus múltiples hojas.
¡Dejadme que sean del color que quieran!
(Al
menos eso, ¡dejadme!)
No me tengáis sólo en lo que la lectura airee
que
como un verso inacabado
nunca
sabréis quién soy
ni
de qué ternura me cuelgo.
He
visto como lloráis en horas de luna
y
en minutos de incandescencia,
y creedme:
De mil modos, siempre
os llevo de la mano
o arrimaducos a mi cintura.
Beso el aire que vincula
vuestra leontina
pero no soy ese preciso reloj.
¡Debéis vivir, eso toca!
¡Debéis vivir, eso toca!
Nená de la Torriente