sábado, 4 de octubre de 2014


Te veo quieto,  asustado, 
como un niño 
que aún no le han posado en el regazo. 

Arrugas la nariz y abres mucho los ojos, 
unos ocelos como nubes contenidas 
que sólo saben contarse la gotas de agua 

¿Tú cuántas llevas? 
¿Viajarás muy pronto? 

Sólo sé que me desarmas 
porque aún no sabes quién eres,  y 
piensas que ya has vivido demasiado, 

y me arrastra la indiferencia de tu pulso 
hacia el mío 
porque aún no has entendido ¡la música! 
Sigues afinando los instrumentos 
como un aprendiz pequeño 
que sólo sabe afinar sonidos. 

No te alejes de mí demasiado 
o hazlo a toda prisa 

y ¡vete! 

Porque soy la madre, 
 el padre,  
el amigo, 
    el consuelo, 

la vida

    que se te ha resistido siempre. 




Nená de la Torriente