Perdóname si te
hablo bajito
y presumo en tu
brazo
por toda la calma que me das.
Perdóname porque nunca he sabido
hacia dónde mirar ni por cuanto tiempo,
y estando contigo
siento que las
estaciones han pasado
sin nosotros.
En este estado de
paz casi embarazoso
presiento que
tanto bueno no es bueno,
y que ocupo un
lugar que no debo
por no ser
merecido,
y es que vuelco mi
alma en la tuya
como lluvia sobre
lluvia
y te invado sin
que te des cuenta.
Nená de la Torriente