martes, 28 de octubre de 2014

Poesimetría de las cosas comunes


A veces un yo muy grande 
hace que no quepas en la cama, 
ni en la sala de estar, 
ni en el plato de la ducha. 
Un yo muy grande da mucho trabajo, 
demasiada atención, 
silencio a discreción, 
ser confesor y paciente. 
Para vivir con un yo muy grande 
hay que entender que el capricho 
es connatural a su presente, 
el ahora sí,  ahora no, 
'tú estás aquí para atenderme'. 
Terminas comprendiendo 
que tu lugar no existe 
como algo delimitado y propio, 
tus heridas se curarán solas, 
tus problemas los oirá la pared más próxima 
o la almohada más rozada, 
y tu inquietud 
-si es que aún la tienes- 
se deshará como un hielo en la boca, 
casi tan dolorosa 
como estúpidamente. 


Nená de la Torriente