PARADOJAS
El peso del junco
oscila
como el de este
cuerpo infundado.
A veces floto
inocente de ayunos
en las superficies
plácidas del agua.
En otros compases,
tanto dolor en lodo sobre aguas
me vence hasta
lugares desconocidos
pero sigo
aclamando a la vida
con diferentes
voces.
Dónde quede la
mesura
de este regateo conmigo
no será en las
palabras,
que se vierten
como hijas revoltosas
jugando a coser
flores sobre las aceras
y a borrar
semáforos en todas las avenidas.
Tu fe en mí no me
crece, me acompaña
y hace que la
soledad tenga un nombre
mucho más pequeño,
tan silencioso
que me permite atender
-con serena impotencia-
mi pugnaz y
permanente disparidad.
Nená de la Torriente