domingo, 5 de octubre de 2014

No cuesta tanto...

Soy feliz gracias 
a esta misericordia que me concedo 
por tantas cosas imprudentes; 
a que me acaricio cuando lloro 
y sé que en ese acto,  
una parte del mundo está conmigo. 
Soy feliz cuando duermo, 
porque dejo entrar a quien no conozco 
y le invito a pasear por mis cosas, 
y cuando sonrío al que me cruzo 
sin esperar que se pronuncie. 
Soy feliz cuando me olvido 
de que el gris es una forma de equilibrio, 
y veo sólo colores en infinitas escalas,   
o cuando la lluvia generosa  ensordece 
cualquier otro sonido 
y me deja ver el mar dentro de sus gotas. 
Feliz cuando me recuerdas 
disponiendo de mi nombre a solas, 
y cuando los caminos confluyen 
sin exigirse permanencia. 
Soy feliz cuando no espero, 
cuando observo la llama de la vela 
en su transparencia, 
y puedo hasta vibrar con ella 
en lo alto de su cenotafio.  



Nená de la Torriente