Gloria
Desde mi vientre
la marea se
precipita, y suenan
adagios
melancólicos
pronunciando la
palabra vida.
En los dedos de mis manos,
ellas tan torpes,
crece el hambre de
amar
lo que aún se ignora,
y cubrir de
antojos lo que vive dentro
de todas las
cosas.
Tengo arresto y
osadía para darme
en el agua desde
el mismo agua,
y llorarle a la
lluvia para caldear sus gotas.
No pretendo ya que
me sigas,
ni que proyectes
tu sombra
junto a mi sombra.
Me has demostrado
que eres todo
lo que no
permanece,
lo dubitativo en
su estado más indolente,
la palabra que
mece el suspiro,
el no,
el sí,
el
nunca se sabe.
Nená de la Torriente