lunes, 27 de octubre de 2014


Con el rasgar de las cuerdas 
recuerdo mi nombre, 
apenas unos gramos de peso 
derrocados a la izquierda de la cama 
sin hacer ruido, 
sin doctas ni ampulosas palabras 
y sin el apunte de éste o de ese libro 
tan soberbio 
que eleva las mareas y enaltece 
aún más lo que brilla. 
Reconozco que no glorifico ningún apellido 
ni me aprendo reseñas de memoria, 
la decepción sólo se amontona 
en esa estancia que no está escrita. 
La poesía es como la vida 
pero con un traje más tenorio, 
el mismo pulso, 
la misma voluntad, 
el mismo privilegio. 



Nená de la Torriente