ni de auroras más
sutiles que tus ojos.
No sé de camerinos
más lejos
que el cuerpo de
uno mismo,
ni de sonoridad
más hermosa
que la de tu risa.
Tampoco sé si es de
este año
o de cuando el
calendario queme,
el segundo que
tenga que irme;
si me amarás
expreso y dilatado
o veré cómo se astillan las
caricias.
No sé porque te
nombro tanto
en este traqueteo
amanuense
o cuando se aplaca
la luz,
si me naces siempre
con la primera sonrisa
que será como la
última.
Nená de la Torriente