porque en las horas pares
se estrangula el lápiz sobre lo liso,
parezco un embrión absurdo
que jamás sabrá pronunciar es mañana.
Tengo que llorar
porque ni tú, ni él,
ni todos aquellos que pasan
por mis quebradas
unen su segmento al mío,
en un acto de humanidad sin versos.
en un acto de humanidad sin versos.
Tengo que llorar
porque los juicios, el beneficio y las desventajas
han cargado de pólvora las palabras
sobre alas de paloma,
y hasta la rama de olivo
se perdió en algún otero.
Tengo que llorar
porque cualquier día decido irme
y todo lo que pronuncié no habrá servido
de nada,
no recordaré qué me desveló tanto
de ustedes,
ni siquiera aquello
que escribí con vehemencia.
Tengo que llorar
porque no podré despedirme entonces,
por eso y de este modo
me despido ahora.
me despido ahora.
Nená de la Torriente
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