lunes, 30 de marzo de 2015


Tengo que llorar 

porque en las horas pares 
se estrangula el lápiz sobre lo liso, 
parezco un embrión absurdo 
que jamás sabrá pronunciar es mañana
Tengo que llorar 
porque ni tú, ni él, 
ni todos aquellos que pasan 
por mis quebradas 
unen su segmento al mío, 
en un acto de humanidad sin versos.
Tengo que llorar 
porque los juicios, el beneficio y las desventajas 
han cargado de pólvora las palabras 
sobre alas de paloma, 
y hasta la rama de olivo 
se perdió en algún otero. 
Tengo que llorar 
porque cualquier día decido irme 
y todo lo que pronuncié no habrá servido 
de nada, 
no recordaré qué me desveló tanto 
de ustedes, 
ni siquiera aquello 
que escribí con vehemencia. 
Tengo que llorar 
porque no podré despedirme entonces, 
por eso y de este modo 
me despido ahora. 



Nená de la Torriente

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