SIN Permiso de Nadie...
Cuánto ministerio pequeño
oliendo a carne rancia.
Si reventamos la nevera todo
cobra
el aroma de su breve existencia.
Los ladrones se pudren en sus
infiernos
de mármol de Carrara y caviar iraní
sonriendo con dientes prestados.
Nada sale tan bien como parece,
ni siquiera en aquellos que dicen que la
fortuna
les sonríe.
De sus mentes un surco generoso de materia
gris
-como una gran calle o una avenida- se
escapa,
sin que sean conscientes de su pérdida,
como escupe de una forma sistemática la
propia maleta
la sensibilidad del despreocupado.
No es que aguarde a la justicia
divina,
no es eso,
que de ocuparse ella lo hará
en lo que considere con más
atenuantes,
para eso es infinitamente santa y misericordiosa.
Ni siquiera quiero que se les flagele
entre rejas
y que sirva para llenar absurdos
libros
en editoriales muchos más absurdas.
Me gustaría
-porque soy caprichosa-
que otro ser humano, el que sea
siendo,
les coloque un espejo ineludible
y la palabra exacta para que se relean
con otros ojos,
que se recuerden en otro tiempo
considerando qué parte de ellos pudo
haberse salvado
-en algunos no habrá ninguna, de eso estoy
segura-
No siento odio ni esa ira que enciende al
que ya nació
entre dos bandos y mamó las migas con
leche de uno solo,
ni tampoco necesito el escarnio en la
Plaza pública.
No dejarles ir más allá en sus desmanes
desde luego,
¡bolsillos fuera!
-claro que quien los vacía se queda con un
diezmo vergonzoso-
¿Más ladrones?
-Eso para otra vaguedad pensada-
Me preocupa más reconstruir lo que ya es
bueno
para saber que todo no se fue por la
baza,
taza o mingitorio al uso,
con la música nada diletante de la
cisterna.
Pero no deja de ser una opinión,
y es que la sangre no me
entusiasma
ni en manos de los profesionales
médicos.
Confío en que llegaremos
a la tan asombrosa sanación de los E.Ts de
las estrellas.
¡Su caaaaasa, que sea la nuestra
si es que sirve para reparar daños!
Nená
de la Torriente
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