sábado, 7 de marzo de 2015

SIN Permiso de Nadie...

Cuánto ministerio pequeño 
oliendo a carne  rancia. 
Si reventamos la nevera  todo cobra 
el aroma de su breve existencia. 
Los ladrones se pudren en sus infiernos 
de mármol de Carrara y caviar iraní 
sonriendo con dientes prestados. 
Nada sale tan bien como parece, 
ni siquiera en aquellos que dicen que la fortuna 
les sonríe.
De sus mentes un surco generoso de materia gris
-como una gran calle o una avenida- se escapa, 
sin que sean conscientes de su pérdida, 
como escupe de una forma sistemática la propia maleta 
la sensibilidad del despreocupado. 
No es que aguarde a la justicia divina, 
no es eso, 
que de ocuparse ella lo hará 
en lo que considere con más atenuantes, 
para eso es infinitamente santa y misericordiosa.  
Ni siquiera quiero que se les flagele entre rejas 
y que sirva para llenar absurdos libros 
en editoriales muchos más absurdas. 
Me gustaría 
-porque soy caprichosa- 
que otro ser humano, el que sea siendo, 
les coloque un espejo ineludible 
y la palabra exacta para que se relean
con otros ojos, 
que se recuerden en otro tiempo  
considerando qué parte de ellos pudo haberse salvado 
-en algunos no habrá ninguna, de eso estoy segura- 
No siento odio ni esa ira que enciende al que ya nació 
entre dos bandos y mamó las migas con leche de uno solo, 
ni tampoco necesito el escarnio en la Plaza pública. 
No dejarles ir más allá en sus desmanes desde luego, 
¡bolsillos fuera! 
-claro que quien los vacía se queda con un diezmo vergonzoso-
¿Más ladrones? 
-Eso para otra vaguedad pensada-

Me preocupa más reconstruir lo que ya es bueno 
para saber que todo no se fue por la baza, 
taza o mingitorio al uso,  
con la música nada diletante de la cisterna. 
Pero no deja de ser una opinión, 
y es que  la sangre no me entusiasma 
ni en manos de los profesionales médicos. 
Confío en que llegaremos 
a la tan asombrosa sanación de los E.Ts de las estrellas. 
¡Su caaaaasa, que sea la nuestra 
si es que sirve para reparar daños! 



Nená de la Torriente

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