Abrázame por favor,
detén este aliento tan roto,
tan hendido.
Dime si puedes
cuánto me quieres,
cuánto me extrañas
y que nada importe la gravedad
de todo
tan alejada de este abrazo.
Llegará otro invierno a reconvertir añoranzas
y caerán nieves sobre los muebles
desde las tejas,
si hay que llorar que seamos menos de uno
a repartirnos en lágrimas
o en versículos breves de nostalgia.
Dame hogar ahora,
dámelo urgentemente,
deja el cayado o la vasija
y cúbreme con tus manos amplias.
Abrázame hasta que olvidemos lo que somos,
indefectiblemente humanos,
irremediablemente idiotas.
Juro besarte hasta que no te queden labios,
ni lengua,
ni prudencia innecesaria,
hasta el límite de la confesión
más aguerrida.
Que el mundo espere un poco.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame