miércoles, 25 de marzo de 2015

A veces sucede...

Temía no estar invitada a tanto amor. 
Se confesaba bajito 
no llevar el vestido oportuno 
ni la sonrisa más luminosa, 

que la edad le colgase del brazo 
como un mimbre
para llevar algarrobas, 
y que el peso de las dudas 
le clavetease los zapatitos 
al suelo. 

Si trepaba monte arriba 
creía que podría caerse 
envuelta en ortigas y áspera hierba, 
si se quedaba en el llano 
que el lobo más perezoso 
la comería con una sola pregunta. 

Esperaba tropezarse con alguna piedra 
con la que no se viese derribada, 
y poder hablarle de tú a las estrellas, 
reír enseñando todos los dientes, 
y dar un salto soñando cataratas. 

Entonces llegó él, 
despacito, 
sin hacer sonar ninguna puerta, 
a decirle lo maravillosa 
e increíble que era. 



Nená de la Torriente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame