Todo puede suceder en un instante,
aunque no me suceda,
aunque sí te suceda
y hasta eso puede no ocurrir en un instante,
en eso se oculta el prodigio.
Nuestra alzada es tan pequeña
y tan grande,
tan extraordinaria y tan fugaz
que resulta casi preciso
-se mire o no, cómo cae la tarde-
vivir pensando en el momento justo
que se mece entre las manos,
como todo lo que tenemos
¡Y somos ricos!
Este ostento del plan con previsión
y programa,
con índice ponderado del método,
parece más un juego alborotado
en un campo de mies tardío,
al que esperar que le crezcan virutas.
No siego el futuro, ni lo ignoro
pero no lo veo,
y como lo que sí veo
es tan radiante como el cereal
de un increíble día claro,
me fascino en contar el grano
uno a uno
¡por si me pierdo alguno!
Porque tanta maravilla no nace
a espaldas de los ojos
que sienten que están vivos,
ni se otorga el ahora al que piensa
lejos.
Nená de la Torriente
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