ya no ves al río correr con los mismos
pies húmedos,
no crecen los brotes con el mismo glauco
ni las hojas del limonero
te resultan tan aromáticas.
Después de un zarpazo,
el vientre se comba como
se quiebra la voz y
se emborronan las letras.
El verso pasea de alféizar en alféizar
pidiendo árnica,
un poco de silencio detrás
de los cristales,
un roce
venga de la mano que venga
venga de la mano que venga
y una miga mojada en vino
en el extremo del labio.
Nená de la Torriente
Hermosísima imagen la miga mojada en vino en el extremo del labio. Casi tanto como la idea impensada...
ResponderEliminar... tan ostentosa como descalza. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra mucho, mucho, que te haya gustado Ricardo.
EliminarCariños,
Nená