domingo, 11 de enero de 2015

                                                     Todo eso me vence


Me vence el desconcierto, 
ese extraño amurallado 
que va cerrando tablazones 
a romo de martillo, 
obligando a los labios a permanecer 
callados. 
Me vence el sencillo gesto 
del afectivo 
que en su ternura lava la cara 
a lo más serio, 
devolviéndonos la sonrisa del niño. 
Me vence el sufrimiento desmedido 
que no sabe detenerse en este mundo. 
Tantas lágrimas robadas a la risa 
en la ignorancia de lo breve que es todo, 
tanto tormento innecesario. 
Me vence lo injusto, lo arbitrario 
de aquello que proferimos 
sin pensar en el otro 
¿qué será lo que aleja, lo que tortura 
cuando las palabras salen de la boca 
y qué lo que se acoge con entusiasmo? 
Me vence el absurdo débito del grupo 
el ‘yo te doy si tú me arrimas’, 
las palabras hueras que nos salpican 
para crear una armonía simulada 
sin legar el corazón,  
ni la piedad que disipa siempre 
a la bestia. 



Nená de la Torriente

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