DE CALLE
Suenan tantas veces los mismos sones,
llueve tantas veces sobre el mismo suelo
que apenas sí recuerdo qué primera vez
ni qué segunda,
si los días anduvieron por mí
o yo por ellos.
Escucho el sonido de la calle prolongado,
sostenido por cientos de ojos que no miran
hacia ninguna parte.
Los pasos se encadenan en las aceras
con miedo a perderse del sinnúmero,
de la multitud que compra
y
compra
y
compra,
por temor a arañar el mosaico sucio
y ya desdibujado,
quedándose terriblemente a solas.
Nená de la Torriente
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