Acaba de amanecer todavía.
Aún el aire es limpio,
retiene la horizontalidad de la luz
rozando el contorno de las cosas.
Tú vives tres pisos más arriba
como aquel cuatro calles más abajo
cruzando el puente de malla azul,
no os conozco a ninguno.
Camino como el aire que se cierne
entre los troncos de la avenida,
en un zigzagueo dudoso,
como los alientos se disipan en la boca,
saliendo y regresando de su celda
indefectiblemente.
Soy parte del frío y de esa magia matutina
que no quiere abandonarse nunca.
Sí, pienso en ti.
Nená de la Torriente
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