háblame.
Déjame ser un poco tú,
un poco nadie,
todos un poco.
Anímame el ánima
contigo
con esos dos luceros
que hablan solos,
con esos labios secos,
a veces húmedos
en la oscuridad del día,
en el resplandor de la noche.
Alma bendita
déjame recogerte,
descubrirte,
enredarme en tu capricho,
ser un nudo más en tu sirga.
Nunca un lema,
ni un atributo
ni una metáfora.
Permíteme esto:
Ser
mucho
más
que
un te amo.
Nená de la Torriente
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