Como si fueras el hambre.
Encuentro el desorden
en esta palabra espontánea.
A cada poco
una estampida a pie de página.
No es nueva,
no quedan indios
persiguiendo a vaqueros
y tus palabras se amontonan
como zapatos viejos
sobre un desierto de semillas.
Dime,
¿qué voy a contarme ahora?
He abierto el cajón muchas veces
para que volcases mi muerte
y has retenido el último hálito
que me quedaba.
Bésame en la derrota,
quiéreme en el declive del paisaje,
en estos otoños desabrigados
por tanta pared sin pigmento.
Abrázame ahora,
cuando bajo la luz las líneas
no hayan acordado aún
que nos separemos.
Nená de la Torriente
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