los que me mandáis
al barranco.
Es vuestra decepción
juvenil,
el inconformismo,
ese abrirse de
venas
por todo o por
nada.
Me recordáis a mí
yaciendo difunta,
a las llagas infringidas
por esa endiablada
El dolor, tanto
dolor,
la tela rasgada
antes de ser
tejida,
la piel y los
huesos desnudos.
No quiero volver y
me arrastráis
vosotras
aves sublimes,
me empujáis a un
abismo
del que salí malherida,
me devolvéis a la arcada
que un día fue
palabra
articulada
en mi boca.
A la soledad,
a la angustiosa
soledad
que amaba
y despreciaba
tanto.
Conozco vuestro lenguaje
de pico a labio,
la pesadilla,
la insaciable sed,
el hambre
como un golpe seco
donde se mutilan
los sexos.
Sois vosotros los
que me ahorcáis
la sonrisa
con cada mueca
exangüe,
y aún pensáis
que no entiendo
nada
mis divinos
idiotas.
Nená de la Torriente