Ella es así no siendo cuerda,
un improperio a
media sonrisa
volcando el gesto,
la dosis más alta
de la sin medida
pidiendo paso a la
agonía
para que no encuentre
el precipicio
sin ella;
y es tan bella,
que en su locura
encuentro razones
para buscarla más
allá de lo inaudito.
Ella es así no entendiendo qué.
No le queda más
tabla que recorrer
a su ola,
ni más tiempo
acumulando vértigos.
Nervuda en un mar
de enajenados
persiste en su ir
y venir
remendando
términos inconexos.
No deporta así a sus
demonios
-hermosos ángeles
con caras sucias-,
sólo les habla.
No hay una herida,
hay un roto enorme
sobre un agujero infinito,
un grito capaz de atravesar
cualquier grito
y aborrecerle por
llamarse igual.
Nená de la Torriente