lunes, 17 de noviembre de 2014


Temprano se vuelca la inocencia 
sobre tu boca, 
cuando te abren de impar a par 
en busca de placeres y 
sigues siendo una niña. 
Los demás son la colina 
que escupe al cielo, 
tú el pez que pasea por sus nubes. 
Cuando pasan pisando escarchas 
en noches de ardentía 
reconozco tu paso 
de entre todos los sonidos, 
nadie más que tú 
sabe amasar el fuego 
y parecer inmóvil 
en el flamear de las llamas. 
No me abandones nunca 
en el desmayo de este cuerpo, 
deporta a la mujer esquilmada lejos, 
muy lejos, 
donde nadie sepa encontrarla. 



Nená de la Torriente