Temprano se vuelca
la inocencia
sobre tu boca,
cuando te abren de
impar a par
en busca de
placeres y
sigues siendo una
niña.
Los demás son la
colina
que escupe al
cielo,
tú el pez que pasea por sus nubes.
Cuando pasan
pisando escarchas
en noches de
ardentía
reconozco tu paso
de entre todos los
sonidos,
nadie más que tú
sabe amasar el
fuego
y parecer inmóvil
en el flamear de
las llamas.
No me abandones
nunca
en el desmayo de
este cuerpo,
deporta a la mujer esquilmada lejos,
muy lejos,
donde nadie sepa encontrarla.
Nená de la Torriente