domingo, 1 de noviembre de 2015


Qué guapos somos 
en las fotos como hipnotizados, 
en busca de un boleto de ida 
a un siempre may-estático, 
una primavera congelada 
en el prólogo de sus mejores yemas. 
Y tanto tiempo permanecemos 
con ese gesto perfilado 
que nos creemos fielmente ese retrato 
que se retuvo en peana sempiterna, 
pero hemos sabido andar sin tanta audiencia 
por laberintos más ominosos. 
Fíjate bien de qué palabras 
nos rodeamos 
¡íntimo fárrago! 
¿no había un par de dos 
menos grandilofeas? 
Ya la intimidad se me retuerce 
cuando intimidad la llamo, 
y el desorden se irrita con exantemas 
múltiples 
por tanto fárrago de riscosas erres 
(me da que le ha brotado una urticaria) 
Pero qué guapos somos 
cuando quietos parecemos 
en ómnibuses de palabras, y 
hasta algunos nos toman tirria 
por creer erradamente 
que nos amamos, 
(que digo yo que sí los habrá 
hasta cuando se apeen de la foto) 
Pero qué desconocidos somos 
entre esta inmensidad de letras 
a las que nadie se acerca 
y por las que casi nadie pregunta, 
¿será verdad que el pulmón que nos respira  
es capaz también de respirar allí donde nos duele 
y de llenar de aire los pies  
hasta sentirnos ligeros, 
como una burbuja dentro del agua? 


Nená de la Torriente 

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