Boca abajo se peinan las soledades.
Nadie desea mirar como los cielos paren nubes
en días soleados,
y unos y otros cargan los ojos
de ayeres verdes y de lozanías,
con encuentros de tal vez un día
como los relatos breves pero intensos.
Si llega el temporal a la línea del ocelo
fingirán que fue un contagio o un vértigo,
o un mal soplo de viento,
porque nadie quiere verse en un marjal
del que no salir airoso,
limpio, erguido, con un rostro al que recordar.
Que si con el párpado se ahuyentan las mentiras
habrá que afinar la expresión
para no parecer abatido,
porque nadie quiere que el eclipse le roce
ni que se atreva a arruinarles la envoltura
tan permeable para convencer
a todo aquello que anda bramando por dentro.
Pero a veces
-sólo algunas veces-,
las soledades se
confunden
y se peinan boca arriba.
Nená de la Torriente
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