De nuevo el silbido,
el aullido del infante
con demasiados espejos.
Pico y pala
pico y pala
pico y pala
y la canción de siempre.
El sembrado y sola la amapola
en medio de mucho tallo macho
que piensa que ella está de visita,
y ha venido a pretender.
Cuán poco misericordiosa es la breña
que entre risco y arena
sólo ve el viejo requiero
de una canción nada legitimada.
Cuánta mentira hemos mal alimentado.
¿A caso crees ojos de agua
que la amapola se fijó en ti?
Pico y pala
pico y pala
pico y pala
y ese aire absurdo tuyo
rechazando
lo que sí vale la pena,
su entrega como vara de zahorí
porque ella puede llevarte
donde no existe la presunción.
Todo lo que a ti te está estorbando.
Pregunta o abrázala,
pero no la juzgues.
Pregunta o abrázala,
pero no la juzgues.
Nená de la Torriente
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